Las principales reformas fiscales para las empresas se centran alrededor de tres temas: una reducción en el tipo general del Impuesto de Sociedades, un cambio hacia un sistema territorial en forma de repatriación obligatoria para los beneficios obtenidos en el extranjero, y la restricción de la capacidad de practicar deducciones en el pago de intereses. Una consecuencia potencial de cualquier reforma, puede significar menos conflictos futuros entre EEUU y la UE por una mayor alineación de sus sistemas fiscales. Pero, por otro lado, podría avivar el conflicto, sobre todo si las multinacionales norteamericanas responden mediante la vuelta al país de sus negocios, ya que su elección entre pagar impuestos en EEUU o en Europa sería, de este modo, más inmediata, según opinión de la responsable global de Impuestos de KPMG. Proyectos como BEPS y la propia opinión pública están haciendo necesario que las compañías piensen hasta qué punto su política fiscal es sostenible y apropiada, y los asesores deben ayudarles en todas las implicaciones.
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